De los milagros de santo Domingo de la Calzada y del guía de Suso: Tarsicio Lejárraga

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Domingo nació en Viloria de la Rioja, que es un pueblo burgalés a pesar de su nombre, pero no en nuestra época sino en el año 1019. Fue pastor en su juventud hasta que decidió retirarse como eremita en algún lugar de la ribera del Oja. Viendo las dificultades que tenían los peregrinos para vadear el río, cuando llegaban por la vieja calzada romana, decidió arreglar el camino haciendo una calzada nueva y construyendo un puente. Después levantó hospitales y albergues, taló el bosque de los alrededores y plantó viñas. De este modo creó una ciudad en un lugar antes inhóspito, la ciudad que, hasta hoy, lleva su nombre: Santo Domingo de la Calzada.

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De: ketz007

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Hay un detalle interesante en la vida de Domingo y es que los monasterios de San Millán y Valvanera, en los que solicitó entrar, no quisieron aceptarle y fue entonces cuando se hizo eremita con el resultado que se ha visto. Sin la negativa de los monjes no existiría hoy Santo Domingo de la Calzada y no podríamos admirar su extraordinaria catedral, con su ábside románico, sus naves góticas y su esbelta torre exenta construida en el siglo XVIII. El retablo mayor es obra del gran escultor Damián Forment. La construcción más propiamente Jacobea del templo es la cripta, con la tumba del santo y el mausoleo de la estatua yacente de estilo románico. Frente al mausoleo, en el muro de la iglesia, está el gallinero labrado, único en la arquitectura religiosa, que conmemora el famoso milagro del santo al resucitar un peregrino que había sido ajusticiado por una falsa acusación.

Santo Domingo de la Calzada hizo en la vida numerosos milagros. Un día resucitó a un obrero que había muerto al caer debajo de un carro. Otro día asombró a las personas que le ayudaban en su trabajo de ingeniero con prodigios como el de cortar con una simple hoz dos añosas encinas que necesitaba para sus construcciones. En una tercera ocasión, un labriego quiso reírse de él y le ofreció una pareja de toros bravos para ayudar a construir el puente. Domingo amansó a los astados y los empleó en el transporte de piedras dejando en evidencia al impío rústico.

Pero el mayor milagro del santo es el que obró después de muerto. En el muro frontero a su sepultura, en el interior de la catedral, hay un gallinero de piedra labrada en el que nunca faltan un gallo y una gallina vivos. Se conmemora así el milagro acaecido el 3 de octubre del año 1400, aunque las fechas varían según quién lo cuenta.

Un joven peregrino alemán llamado Hugonell, que viajaba con sus padres, fue acusado falsamente por una muchacha de haber robado una copa de plata de la iglesia, un delito que entonces se castigaba con la muerte. Le ahorcaron y sus padres siguieron viaje a Santiago. A su vuelta comprobaron que vivía y él les dijo que santo Domingo le sostuvo en sus manos cuando estaban en la horca. Los padres fueron a comunicar la buena noticia el corregidor de la villa, quien en ese momento se disponía a comerse unos pollos. »Tan vivo está vuestro hijo como las aves que me cocinero me ha preparado», dijo el corregidor. Y, en ese momento, los pollos se levantaron de la fuente, se cubrieron de plumas y se pusieron a cantar. Por eso se dice: »Santo Domingo de la Calzada, que cantó la gallina después de asada».

El milagro se cuenta de varias maneras aunque ésta es la más acostumbrada. En algunos relatos se añaden otros detalles. Por ejemplo, que el juez que condenó a Hugonell fue a su vez castigado a llevar permanentemente una cuerda en el cuello para acordarse de esta sentencia.

Más tarde la cuerda se convirtió en una cinta roja, pero tanto aquel juez como los que le sucedieron venían obligados a dar de cenar todos los días a un peregrino. Otros dicen que se guardan en la ciudad gallinas de la misma raza de aquellas que se pusieron a cantar después de muertas; y que cada peregrino que pasaba por la ciudad recibía dos otres plumas de ellas para ponérselas en el sombrero.

A santo Domingo, patrono de los ingenieros y de los funcionarios de Obras Públicas, si acaba aquí la relación de sus patronazgos, se le debe también el parador de Turismo del pueblo que él fundó. No es que el santo lo hiciera sino que, sobre el primitivo hospital de peregrinos que edificó con sus manos se levantó, con grandes reformas, el actual parador. El albergue, situado a pocos metros de allí, en el edificio llamado la Casa del Santo, se considera, entre los peregrinos, como uno de los mejores del Camino. Está a cargo de la cofradía, allí no se llama asociación, de Santiago.

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De: MLop16

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Esté o no en la Vía Jacobea, nadie debería pasar por estas tierras sin acercarse al monasterio de San Millán, a un paso de Santo Domingo. No se trata de uno sino de dos cenobios, Suso de Arriba, donde vivió San Millán como eremita y en cuyo portaleyo escribió sus versos Gonzalo de Berceo; y Yuso de Abajo, a veces llamado El Escorial de la Rioja, en cuya biblioteca se encontraron las Glosas Emilianenses con la primera, milenaria, acotación al margen en el idioma castellano. Y una segunda, del mismo carácter, en idioma euskera.

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El guía de Suso era hace unos años, hasta su jubilación, Tarsicio Lejárraga, famoso en toda España. Se sabía de memoria buena parte de los versos de Berceo y se los recitaba al viajero si comprendía que sabría apreciarlos. El cargo, por cierto, se ha hecho hereditario, porque ahora es Lejárraga II, hijo de Tarsicio, quien lleva aquello.

‘ULTREIA(1998)

LUIS CARANDELL